“Happiness is the everyday sunshine of your life”
Mínimo una vez por semana como con los chicos y chicas en el taller.
Me apetece mucho explicar qué ocurre cuándo son las 13h… ¡almuerzo en comunidad!
Dos alfombras en el suelo, una delante de la otra. Una para hombres y otra para mujeres. Se dejan los utensilios portadores de la comida en medio y la peculiar jarra de agua de color chillón, que previamente alguien ha rellenado para compartir.
Nos sentamos todos y comemos.
Aquí se come con las manos… Yo también. Hay que aprender, es una técnica como la de los palillos japoneses. Muy importante tener en mente usar sólo la mano derecha, puesto que la mano izquierda se utiliza para lavarse después de ir al WC. Lo del papel higiénico no es común y menos en esta zona tan rural y pobre.
La comida es básicamente arroz y verduras, aunque muchas veces también pan.
Uno muy típico, probablemente el que más, el chapati. (Una Akka (significa hermana) cocinera me hizo una clase magistral!!! Ya soy una experta...)
De postre, con mucha frecuencia, un plátano.
Otro dato a considerar es la importancia de mantener la compostura. Piernas cruzadas durante todo el rato. (¡Si, las piernas y pies se duermen con frecuencia y luego es un reto levantarse y conseguir caminar con toda normalidad!) Se ríen mucho, ellos están completamente acostumbrados.
Al acabar, corremos a cerrar las barreras de la entrada, sino lo hemos hecho ya antes.
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¡Peligro!
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¡¡¡Hay MONOS en la costa!!! ¡Vienen a por su botín: plátanos!
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¡Peligro!
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¡¡¡Hay MONOS en la costa!!! ¡Vienen a por su botín: plátanos!
Muy majetes pero unos cabronazos, con perdón.
Falta pues lavar los platos y limpiar la sala.
Ojo a las escobas! Son tal cual se muestra en la fotografía. También en mi campus, que podemos considerar un poco más “pijo”.
Nada que ver con la comida pero todo un detalle… ¡Nos cuidan mucho! Nos preparan todo, cocidos sin mucho picante para nosotras y siempre se ofrecen para peinarnos, traernos té o café y cualquier cosa que les pidamos. Son realmente agradecidas.
No, no me da asco ninguno, ni he tenido ningún problema de estómago ni nada por el estilo. Todo, absolutamente todo, es una cuestión de actitud.
¡Adoro comer así!
Además, entre otros 1.001 aprendizajes, gracias a estos almuerzos valoro 100.000 veces más saberme afortunada al poder elegir qué, cómo, cuándo y con quién comer en mi vida occidental.
Cálidos abrazos a todos.
Cris
Cris