domingo, 11 de diciembre de 2011

Nosotros, cómo ellos...

“No es preocuparse y compadecer al discapacitado, sino ocuparse de él e integrarlo.”

Yo

Antes de empezar a leer esta publicación, invito al lector a empaparse de estas breves pero intensas imágenes y su mensaje.


Sí, cómo Nick Vuijicic, millones de personas en este mundo sufren alguna discapacidad reconocida, como muchos de los beneficiarios de los proyectos de la Fundación Vicente Ferrer. Entre ellos, el de artesanía en el que actualmente colaboro.

La gran mayoría de las mujeres y chicos que trabajan en los talleres son parcialmente invidentes, sordos, tienen algún impedimento en sus extremidades o partes del cuerpo que dificultan su correcta movilidad o directamente, no tienen piernas, entre otros tipos de discapacidad intelectual.








Día 3 de Diciembre es el Día Mundial del Discapacitado, según declaró la Organización de las Naciones Unidas hace 25 años. Sin embargo, no fui capaz de encontrar tal noticia ni el relato de ningún acontecimiento relacionado en los medios de comunicación que habitualmente consulto. Ya, qué estupidez… ¿Qué importancia tienen estos días para la gente “normal”?

Decidí pues dar la noticia yo, ya que para mi si tiene importancia, y mucha.

El sábado pasado fue festivo para los colegios y proyectos dedicados a estos excluidos y marginados sociales en muchas partes de India. Por este motivo, se organizó una gran fiesta en RDT (Rural Development Trust). A primera hora de la mañana, salían de los diversos campus de la fundación cientos de personas: niños y niñas, mujeres y hombres, responsables de proyecto y voluntarios a dar un paseo por los pueblos.








Orgullosos, llevaban consigo pancartas varias y un estandarte con la foto del admirado Vicente, que tanto ha hecho por ellos.





A la vuelta, juegos, canciones y demás actividades para pasar un día divertido y ameno todos juntos.


Sin falta, los motivos típicos de la zona cómo este precioso rangoli.



A mi, “esta gente” me llena de vida día a día, y me da lo mejor de sí, volcándose en su trabajo y en el mío, y en mi persona, agradeciendo constantemente mi presencia en su comunidad y demostrándome la ilusión por aplicar todos los cambios y mejoras que propongo, sin rechistar. Aceptando las críticas constructivas y colaborando, además, en mi bienestar personal, en parte conscientemente, y en parte, mucho más, inconscientemente.

Además, en cualquier lugar del mundo y en cualquier familia común y corriente puede nacer un bebé con dificultades añadidas, es decir, no coincidiendo todas y cada una de sus cualidades y aptitudes con los estándares establecidos, no encontrándose entre los intervalos considerados, de nuevo, “normales”.

Quise aprovechar para descubrir qué significa realmente la palabra discapacidad, o discapacitado.

La Real Academia de la Lengua Española así lo define: Dicho de una persona que tiene impedida o entorpecida alguna de las actividades cotidianas consideradas normales, por alteración de sus funciones intelectuales o físicas.

Luego decidí, de una vez por todas, entender la palabra “normal” y “normalidad”: Dicho de una cosa: que se halla en su estado natural; que sirve de norma o regla; que, por su naturaleza, forma o magnitud, se ajusta a ciertas normas fijadas de antemano.

Así pues, sin ánimo de ofender al lector: ¿no cree usted que también sufre alguna discapacidad de tanto en tanto?

Yo sí.

Me explico. Entiendo que una de las cosas más normales y corrientes del mundo es sonreír, ¿verdad? ¿A cuántos de nosotros no nos cuesta, según cómo nos hayamos levantado, regalar sonrisas al resto, sin que este resto tenga absolutamente nada que ver con nuestro estado anímico? Es más, simplemente por vergüenza, ya que eso de sonreír a extraños no es normal… ¿O sí lo es?


Otra es ayudar al prójimo, ya que el propio instinto humano se lanza sobre el más débil de manera inconsciente cuando detecta esa necesidad de ayuda en los demás. Así pues, ¿sufrimos de vez en cuando algún tipo de dificultad o impedimento por el hecho de no ser capaces de ofrecer nuestro cariño, compasión y ternura a los demás sin recibir o esperar nada a cambio? Y un poquito más allá, ¿qué problema hay en nuestra mente cuando, necesitando ayuda, y sabiendo de este instinto humano, evitamos a toda costa demostrar nuestras debilidades y expresar nuestro deseo de ser abrazados? Por eso que pensaran que yo no puedo solo… y tengo que poder solo. ¿Por qué está una y otra vez nuestra mente programada en esta dirección, desde bien pequeñitos? ¿Padecemos alguna disfunción intelectual?



Una breve anécdota: hace unos días estábamos dos tres de las chicas y yo en la tienda, tratando de elegir una muñeca bonita para una clienta especial. Entonces, una de ellas me explicó, entre las risas a carcajada limpia de las demás, que éstas tienen la cara, cuello y extremidades un poco deformes porque las hacen a su imagen y semejanza...

¿Quiénes sufren una discapacidad mayor, ellas que saben aceptarse y reírse de ellas mismas, o nosotros que en tantas ocasiones somos incapaces de agradecer lo que tenemos y cuidarnos y querernos tal cual y cómo somos, rebotando esta rabia acumulada en los demás o transmitiendo negatividad por la frustración que supone no tener un cuerpo perfecto, no tener tanto dinero cómo querríamos, no ser tan sociables y divertidos cómo los demás, no pertenecer a una clase social más alta… … …?

Hablemos de agradecer... Porque esta es otra de las grandes dificultades en las que me fijo más habitualmente de lo que me gustaría… dar las gracias. ¿O no es una actividad de lo más “normal”?
O simplemente por estar cansados del trabajo… En vez de agradecer tenerlo. Aprender, aunque suponga un esfuerzo. ¿Cuántos no hemos tenido pereza y nos hemos quejado ante cambios en nuestro puesto de trabajo, a la hora de tener que estudiar o incluso en actividades cotidianas de nuestra vida personal? ¿Cuántas veces hemos pensado en la suerte que tenemos de tener acceso a toda bibliografía deseada, unas aplicaciones tecnológicas que aportan a nuestra comodidad o, sencillamente, que tenemos que limpiar porque tenemos un fantástico hogar para nosotros solos?






Cómo estas chicas de la fotografía, que disfrutan en sus primeros pasos para conseguir saber usar un ordenador, que han visto una y otra vez en la oficina, pero hasta ahora apenas sabían cómo encenderlo.



Y por último... ¡cómo cuesta compartir! No tanto dar lo que no necesito, o me sobra, sino parte de lo que tengo, distribuir, repartir.



Me disculpo de antemano si he ofendido a alguien con esta reflexión en voz alta. No es la intención. El sentido de expresar en público mis sentimientos es sólo compartir mis aprendizajes y entendimientos, que con mucha más facilidad, estas tierras y este trabajo me permiten obtener.

Yo he aprendido a no compadecer a ninguna de estas chicas ni a ninguno de ellos, sino a dar las gracias por esas no dificultades que yo tengo y aprovecharlas todo lo que puedo. Sin pretender mucho más que eso, poderlos tratar con toda normalidad cómo personas totalmente normales que considero que son.

Hoy pues, dedico este escrito a todas aquellas personas que reconocen tener algunas dificultades “de lo más normal y corriente del mundo” y hacen lo posible por superarlas constantemente, sin que eso les impida gozar de bienestar y paz interior.

Un abrazo

Cris

jueves, 1 de diciembre de 2011

Un día Alguien…

Cuando hayas de elegir entre varios caminos,
elige siempre el camino del corazón.
Quién elige el camino del corazón no se equivoca nunca.
Proverbio sufí

Un día Alguien me dijo que escuchara lo que decía mi corazón y actuara acorde a lo que sentía, pues alguna razón existiría, y el absoluto convencimiento en una decisión es crucial para su éxito.

Un día Alguien me regaló una canción preciosa, que sigo escuchando con frecuencia en mis momentos de añoranza y debilidad, pues me transmite paz y esperanza.


Un día Alguien me dijo que confiaba en mí, consiguiendo la aceptación de la responsabilidad versus aquellos que te la entregan.

Un día Alguien me enseñó que debo perdonarme mis errores y aprender de ellos, mientras este Alguien crecía con éstos también, y compartía los suyos conmigo.

Un día Alguien me envió un escrito que me llegó al corazón, y me sirvió para entender determinada situación, fortaleciendo mi espíritu de superación y automotivación.

Un día Alguien me advirtió de las consecuencias, aún dejando acertadamente que yo las experimentara.

Un día Alguien me escuchó, comprendió y abrazó, provocando el mayor de los sosiegos y la más armoniosa de las calmas.

Un día Alguien me guió en un camino oscuro, mostrándome varias salidas, dejando que yo escogiera la que sería mía, pues sabía que cualquiera de ellas me beneficiaría.

Un día Alguien me confesó estar muy orgulloso de mí, aplaudiéndome y sonriéndome como mi mejor cómplice y amigo.

Un día Alguien lloró conmigo, pues nos reconciliábamos, habiendo sentido ambos una gran tristeza por esa distancia circunstancial de los indestructibles lazos que nos unen.

Un día Alguien me exigió que me aceptara tal cual y como soy, pues así valía mucho, recordándome que era la única forma de aceptar también a los demás.

Un día Alguien me cuidó y mimó, y me demostró que me quería, quizás cuando yo menos lo merecía.

Un día Alguien me llevó de viaje, consiguiendo sin esfuerzo mas con sabiduría e intención, un perfecto cambio de rumbo en mi vida, aún saber que la perfección no existe.

Un día Alguien me dijo que no me preocupara de las cosas, sino que me ocupara de ellas.

Un día Alguien me dijo que los valientes y luchadores como nosotros, conseguimos lo que queremos si sabemos escucharnos, si sabemos valorar a nuestro entorno y no descuidarlo, aceptar las circunstancias y adaptarnos a ellas y, sobretodo, si lo hacemos con Amor.

Un día Alguien me agradeció un regalo, y me confesó la intensidad con la que mis palabras habían penetrado en su corazón de oro.

Un día Alguien me demostró empíricamente, con hechos admirables, el significado de la palabra solidaridad y empatía.

Un día Alguien me dijo que era necesario restar importancia a todo lo terrenal, pues estamos aquí de paso.

Un día Alguien decidió regalarme la vida a mí, y la suya propia, junto con la más preciosa de las Reinas de este Universo.

Un día alguien me reconoció que yo, junto a un Príncipe encantador, éramos su principal motivo de existencia.



Pues un día, tras otro, y tras otro más, son todos los días de mi vida.

Y ese Alguien ha estado y está a mi lado en cada uno de ellos, protegiéndome, enseñándome, apoyándome, escuchándome, aceptándome, corrigiéndome, sonriéndome… queriéndome cómo sólo el Mejor Padre del Mundo sabría hacerlo.

¡Felicidades Papi!

Te adoro.


Cris


viernes, 25 de noviembre de 2011

Jaipur: ¡a por telas!

El pájaro tiene su nido,
La araña su tela,
El hombre la amistad.
William Blake

Divertido, provechoso, eficaz… un viaje de trabajo que repetiría mil y una veces.

Safia, la coordinadora de los talleres de artesanía, quién también estuvo en Delhi el pasado mes; Irene Ozonas, gran diseñadora que año tras año da lo mejor de sí para enseñar a fabricar productos originales y diferentes a las nenas; y una servidora. Teníamos una tarea importante: encontrar telas con estampados bonitos, a buen precio y buenas condiciones para las nuevas colecciones de home-deco y textiles entre otros.



No era tarea fácil… Jaipur, una ciudad del Rajastán, al noroeste del país, está llena de productores de todo tipo de artesanía. Especialmente joyería y telas. Entender los tejemanejes del negocio y conseguir llegar a los que verdaderamente producen para mayoristas no fue sencillo. Y menos siendo tres mujeres jóvenes, dos de ellas europeas.

Visitamos varias tiendas y fábricas…







Y a pesar de pasar horas y horas observando diseños de todos los colores y formas, de precios dispares y materiales diversos, pareciendo imposible decidirse, acabamos muy satisfechas habiendo encontrado lo que queríamos y lo que se ajustaba a nuestras expectativas.

Pero lo más bonito de todo fue la compenetración entre las tres. Cada una era especialista en una parte del trabajo. Así, el conocimiento agregado facilitó conseguir el objetivo. Una coordinación excelente, con paciencia y confianza, y con simpatía y buen humor en todo momento. Sí señor, ¡viva el trabajo en equipo!

Y es que conforme pasan el tiempo, más cuenta me doy de la importancia del concepto equipo… El individualismo en el terreno profesional, cómo única forma de desarrollo de actividades laborales, es, a mi modo de ver, un absurdo fruto del egoísmo y desconfianza, de la impaciencia y la inseguridad. Cierto es que cada uno debe saber ocupar su lugar, igual que saber qué lugar ocupa… Y quizás para unos es más complicado aceptar su posición y todo lo que implica, entender y mantenerse en la misma, ya sea de más o menos categoría, por llamarlo de alguna forma. Pero con motivación, ganas y sobretodo, con una pirámide de liderazgo invertida, dónde el respeto por todos y cada uno de los compañeros está presente y dónde todas las personas son seres humanos antes que trabajadores enumerados, es posible, muy posible. No es la primera vez que lo compruebo… y no creo en la suerte, sino en la Buena Suerte, de aquellos que la buscan.

Pues muy cierto es que el director del colegio no trata tanto con los alumnos como lo hace el profesor, igual que el del hospital con los pacientes como los enfermeros… El deber de éstos primeros es servir y facilitar el trabajo a aquellos que sí atienden al consumidor último. Y no al revés.

Además, tuvimos la suerte de alojarnos en un hostalito monísimo en pleno centro. Con aspecto de palacio antiguo. Las habitaciones se situaban en varios pisos irregularmente construidos, unidos por escaleras elegantes y arcos detalladamente pintados y decorados.




Unas terracitas de uso común dónde poder desayunar, leer o simplemente relajarse y descansar después de la completa jornada de trabajo, se disponían fuera de cada una de las habitaciones. ¡Muy acogedor!

Jaipur es conocida también cómo la ciudad rosa… Pues en 1905, a la llegada del príncipe Alberto, esposo de la reina Victoria de Inglaterra, se decidió dar este color cómo símbolo tradicional indio de bienvenidas oficiales. Está llena de palacios antiguos, cómo el famoso Palacio de los Vientos. También cuenta con largas y enormes calles de bazares, con el mismo acabado. Recordé con ternura mi primera visita a la ciudad en enero de 2007, con mis tres mosquteros (Papi, Mami y Bielito)




Otros momentos geniales: compartir desayunos, comidas y cenas con estas dos compañeras y amigas. Safia probó comida mediterránea... Lo que más le gustó: un trozo de pizza hecha al horno, muy buena. Los canelones y la ensalada no tanto, pues los alimentos crudos no son popular en la cultura, cómo no es la cocina sin picante. Sin embargo probó, que ya es mucho. Es una mujer muy moderna y abierta, digna de admirar en el entorno rural y subdesarrollado en el que vive.

Además, sabe cuales son mis galletas preferidas… Antes de marcharnos, había comprado un paquete para que no me faltara el deseadísimo postre o tentempié en ningún momento. ¡Mis queridas bourbons de chocolate!



He aquí pues un breve resumen de estos días de ruta norte, encantadores e inolvidables. Tres profesionales, dos amigas, un equipazo.



Un abrazo

Cris

martes, 22 de noviembre de 2011

11.11.11 y un chocolate

Hacen falta cuarenta músculos para fruncir el ceño, pero tan sólo quince para sonreír.
Swami Sivananda

Mi madre me repitió muchas veces que este 2011 sería mi año…Sabia ella, sabía que ya había acumulado el aprendizaje y las experiencias necesarias durante el pasado que harían que, junto con la aventura por emprender a la India, diera un paso en adelante, firme y definitivo. ¿Cuál? El bienestar, su significado, los recursos y pautas para afrontar momentos más difíciles y disfrutar al máximo de aquellos más felices.
Mi mamá tenía razón… este es mi año, y Noviembre mi mes, el 11. Un mes de recopilar información, decidir y asentar la metodología de mejor gestión, necesaria, del cúmulo de emociones y vivencias. Y sentir un completo bienestar, absoluto. No falta nada.

Se une el día…día 11. A sabiendas del año y el mes, deseaba que fuera un día especial… Pero en realidad gran parte de la jornada fue cansada y no muy motivante, sin apenas sonrisas o muestras de cariño. Hasta acercarse el anochecer… A la salida del trabajo, carente de energía, decidí ir a por algo de ejercicio físico. Me vendría bien, cómo de costumbre. De camino, pensé en comprarme un pequeño dulce regalándome un momento de placer.

De repente, a pocos metros del tendedero que los vende, se cruzaron a mi paso cuatro niños alegres y saltarines. Uno de ellos me saludó con expresión simpática y amable, para acto seguido extender su maño hacia mi, con el puño cerrado. Cuál mi sorpresa que al abrirlo, veo una bolita de chocolate envuelta de papel de plata decorado con puntos de colores.

For me Darling?
For you Antie…

Me robó, en cuestión de segundos, la mayor de las sonrisas. Sincera y emocionada, le di las gracias y marché.



Pensativa, me quedaba un tramo de rickshaw y otro más oscuro, de paseo hacia el recinto deportivo. Reconocí un sentimiento: añoranza… La sesión fue estupenda, pues activé mis músculos mientras imágenes de aquellos que tanto quiero y tan lejos están iban pasando por mi mente una tras la otra.

A la salida ya era de noche completamente, aunque parecía haber más luz de lo habitual… Alcé la vista y vi esta imagen:



una preciosa y perfecta Luna llena que alumbraba mi camino.

Entonces recordé que todos vemos la misma, por muchos kilómetros que nos separen… La Luna me robó unas lágrimas, que le agradecí, pues lo necesitaba. Y conseguí sentirme cerca de esos a los que añoro, al menos un poquito más.

Al día siguiente, participé en una meditación conjunta de bienvenida a la Era Acuario, disfrutando de los cánticos y momentos de elevación. Saqué dos cartas que la menorquina Maria Llompart, nuestra querida profe de yoga, había preparado para nosotros.

Los ángeles están contigo. Despreocúpate de tu gran reto. Sólo busca tu alegría interior y tu bienestar.

Bienestar, ¡qué gran vocablo! Tantas veces confundido con felicidad…

Entonces encontré esta otra imagen:


Sí, también a todos nos alumbra el mismo Sol.

Pues tantas fuentes de energía, simples, humildes, sencillas se encuentran en nuestro alrededor… Unas fijas, el Sol y la Luna. Otras inesperadas, un chocolate. Si uno es capaz de encontrarlas y sacarles partido, confiando que existen permanentemente, entonces todo es relativo, más fácil y mucho más hermoso.

Y las sonrisas más abundantes. Positivo sin duda, teniendo en cuenta que no es posible sonreir a la vez que tener pensamientos negativos.

Un abrazo

Cris

lunes, 31 de octubre de 2011

Dos princesas y un principito

"El tiempo es solamente una ilusión producida por la sucesión de nuestros estados de conciencia a medida que viajamos a través de la eternidad." H.P. Blavastky.

En el día de ayer conversamos sobre la sensación de percepción de lentitud del paso del tiempo en este lugar del mundo, que en tantas ocasiones he definido, así cómo muchos visitantes lo hacen, cómo único, diferente, sensacional, referido a la cantidad de sensaciones distintas que uno puede acumular.

Concluíamos que la variable de más peso para que una semana equivalga a un mes en nuestros lugares de origen (por establecer una equivalencia concreta a modus ejemplo) es la volatilidad de las emociones. Es decir, la cantidad de inputs existentes que hacen que en 24 horas, uno haya tenido un amplio abanico de impresiones, muy distintas entre ellas. Éstas convierten los días en constantes aventuras o experiencias, de las que en la gran mayoría de ocasiones uno puede aprender algo o, cómo mínimo, hacer alguna reflexión intensa, a la altura de la intensidad de la historia, imagen o situación vivida.

Es curioso. Justo ayer también leía un artículo que explicaba lo siguiente: dado que el tiempo es constante, la percepción particular sobre la velocidad del mismo es lo que hace que a uno le pase más o menos rápido. Y que la mayoría de veces se relaciona malestar o aburrimiento con lentitud… Sin embargo, aquí no es el caso.

En mi caso particular, reconozco que vivir la vida de una forma intensa, con constantes idas y venidas, nuevos proyectos, gentes, situaciones… ha hecho que esta percepción no me sea desconocida. Sin embargo, tantas veces este “hacer 30000 cosas en un día” conlleva un cansancio excesivo, una falta de momentos de relajación y tranquilidad, o unas prisas innecesarias que hacen que me cueste sentir cómo realmente he podido disfrutar de todas, o simplemente me cueste digerir lo aprendido o experimentado. La gran diferencia aquí es que en realidad no hacemos tantas cosas novedosas. Sólo es que son nuevas para mí, y conllevan una provocación de descarga de emciones variopintas que consigo reconocer al instante. Nuestro trabajo es el mismo a diario: la oficina, los talleres y los beneficiarios también. Nos movemos entre dos ciudades y tres pueblos, bastante similares. El tipo de voluntario occidental tiene características no muy desiguales, aún no haber un sólo ser humano idéntico. Podríamos decir que nuestra rutina es bastante constante. E ahí pues, la gran diferencia. Con poco, muy poco, y muy parecido entre sí, la inmunidad a este choque cultural sigue sin aparecer.

Cómo ejemplos, dos princesas del taller de yute. Sus miradas consiguen marcarme de una forma especial cada vez que las veo.

Nagarethjinamma y Rammajinamma.



Sus vidas no son sencillas. Sus situaciones familiares son desastrosas, duras… Por ello no sólo trabajan en el taller, sino que también viven allí.

La primera no oye en absoluto y apenas puede hablar. Sin embargo, y aún mi escaso conocimiento del lenguaje de signos en telugu, consigue transmitirme aquello que desea con su expresividad, sus gestos y movimientos. Posee una fuerza interior capaz de revolucionar a todo su entorno, que utiliza para el bien de sus compañeras. Es muy franca y auténtica. Todos la adoramos. Ella es la que muchas veces nos cuenta lo que ocurre, los problemas que tiene el grupo… Algo así cómo la portavoz o líder sin que nadie le haya impuesto este papel. La que dice todo aquello que el resto no se atreve. Es cierto que de tanto en tanto protagoniza algunas escenas de inconformismo con la misma intensidad, y asusta. Pero su gran corazón le impide traspasar límites y que todo haya quedado en una anécdota sin más, una rabieta incluso graciosa.

La otra es su alma gemela… su gran confidente. Normalmente se encargan de las mismas tareas y trabajan juntas. De tanto en tanto, es Ramma la que traduce los pareceres de Nagareth a los no impedidos. Ella sí puede hablar, aunque es parcialmente invidente. A pesar de ello, es capaz de realizar un trabajo minucioso y muy preciso, admirable dada su dificultad añadida. También cuenta con un corazón de oro, dispuesta a echar una mano a cualquier compañera, y sobretodo pendiente de su amiguísima. Es precioso ver cómo se cuidan, y cómo cuidan al resto, sin aparentar todas aquellas consecuencias de su sufrimiento.




Ambas son agradecidas, cariñosas, amables y serviciales. Cada vez que las visito me hacen saber que les encanta que pase rato con ellas… y que esté a su lado.
No deja de sorprenderme y de chocarme la capacidad extraterrenal de la actitud de estos dos corazones andantes y, por ello, hoy he decidido darlas a conocer.

Otra de estas situaciones que impiden una rutina aburrida, aunque si comunes en este distrito, es este jovenzuelo que aparece en la fotografía.



Lo encontramos a veces de camino a la ciudad. Cuida los bueyes que pertenecen a su familia… Nos saluda con alegría y buen humor. Sólo con divisarnos a lo lejos ya indica a sus compañeros de ruta matinal que deben darnos paso y dejarnos la vía libre. Animales grandiosos y pesados, que si encontráramos por nuestras calles harían que nos asustáramos y nos apartáramos enseguida. Y no sólo porque fuera extraño, sino por la reacción que pudieran tener frente a nosotros, por miedo. Vamos… ¿quién haría de dos bueyes sus mascotas? Cierto es que nuestros pastores también llevan a sus rebaños a pastar, claro. Pero lo que sigue sorprendiéndome cada día que pasa es cómo un chavalín al que seguramente le doblo la edad puede tratar con tanto amor a dos seres vivos, cómo si de humanos se tratara… Y puede guiar a una manada con tanta valentía. Observarlo un rato es realmente una gozada.



Así pues, hoy invito al lector a buscar esas motivaciones, esas nuevas sensaciones y experiencias, en los pequeños detalles que nos rodéan. O incluso a proponerse un viaje e immersión en algún mundo diferente a través de aquellas herramientas a nuestra disposición: ya sea un libro, un reportaje o mediante una ruta internáutica en uno de esos ratitos libres de los que todos deberíamos disponer con frecuencia.

Hagamos de nuestro día un cúmulo de instantes valiosos, y, puesto que el aprendizaje se esconde en cualquier rincón, intentemos cumplir con el refrán: "nunca te acostarás sin saber una cosa más" Seguramente nuestra vida se llene de mucho más sentido.

Un abrazo lleno de coraje, cariño y de momentos de felicidad.

Cris