lunes, 30 de mayo de 2011

Old town y el mercado

“Es vuestra vida, y nadie va a enseñaros, ningún libro, ningún guru. Tenéis que aprender de vosotros mismos, no solo de los libros. Es un asunto sin fin, es un asunto fascinante, y cuando aprendéis sobre vosotros mismos de vosotros mismos, de ese aprendizaje nace el conocimiento”
J. Krishnamurti

Aquellos que me conocen saben que me encanta cocinar: me relaja, me inspira y… ¡¡me sale bien!! No nos engañemos…también me encanta comer. :D

Me he ido a vivir a un pueblo vecino de la ciudad de Anantapur; Bukaraya Samudram.
Pronto llegará un post describiendo mi pueblo y mi casita…

Hoy, sin embargo me apetece relatar la aventura que supone ir a por alimentos de la tierra… un paseo por la ciudad vieja y el mercado.

Aquí tenéis las imágenes, que hablan por sí solas.




Este es el mercado de verduras de Anantapur. Está en pleno casco antiguo, en algo así cómo un cerco de piedra, no visible desde la calle puesto que lo rodean varios chiringos de algunas frutas y flores.

Entre vacas, bueyes y otros animales, uno encuentra muchos comerciantes que exponen sus preciadas verduritas cómo pueden, ya sea en cuencos, encima de algún saco roto o directamente en el suelo.








Entre ellos, alguno vende también especias de todo tipo.

Las balanzas son del tipo “antiguo”, con pesos de medio kilo, uno, dos, cinco o cincuenta. Algunas más grandes y otras para pesos menores. Dignos de encontrar en anticuarios o mercados de objetos de segunda mano en nuestras ciudades.


Justo detrás hay un pequeño templo. Cómo en la mayoría, una familia vive dentro y se encarga de cuidarlo. Esta mujer es la “Amma” de este.




En la ciudad vieja las calles son más estrechas, y las casas se apiñan una al lado de la otra en pasillitos por los que no cabe más que un vehículo de dos ruedas.



Pasearse entre ellos es toda una aventura. Por la sorpresa de ver a alguien lavar los platos en la puerta de entrada, extrayendo agua de las fuentes de agua “potable” para llenar las jarras de plástico multicolor, el tráfico que merece un post entero (los peatones somos un medio de transporte más, con los mismos derechos y deberes que un cerdo o un camión) o por los infinitos lugares sagrados…






La gente nos saluda y nos invita a sus casas… todo un honor que entremos en su hogar, conozcamos a toda la familia, parientes, vecinos y amigos.

Este es un ejemplo.






Después de ver dos o tres casas, se nos invita a sentarnos en la sala de estar, tomar un zumo “home made” mientras la habitación va llenándose de personas que sólo quieren saludarnos.

Al salir, todo el barrio nos espera. Los niños corretearan a nuestro lado, hasta llegar a la calle principal, dónde se despedirán de nosotros.
Nos pedirán una y otra vez que les saquemos fotos…claro. ¡Qué genial poderse ver! Aquí escasean los espejos y otros materiales dónde uno puede verse reflejado.




Los comercios son otro gran espectáculo. Hay tiendas de todo, si bien no se encuentra de todo, aunque lo que es el orden y el precio de los productos…bueno… no es. A destacar, sin duda, las tiendas de todo un poco: desde galletas hasta desodorante. De éstas hay a montones. ¡¡Y los carritos!!











Mi amigo el informático, Naveen. Un tio genial. Vive con su familia, al completo, como casi todos. Lo de independizarse en estas zonas rurales es para huérfanos y marginados. Se vive con los padres y hermanos hasta que se casan… Entonces uno de los dos, normalmente el hombre, irá a casa de ella. Además, recibirá dote por haberla aceptado cómo mujer.


Otro momentazo es comprar café… Molido al momento, mezclado con chicoria al gusto, pesado y empaquetado a mano, bolsita de plástico y grapadora.





Aquí mi relato por hoy.

Hoy anhelo yo un abrazo... lo doy por recibido.

Gracias

Cris










viernes, 20 de mayo de 2011

Recca y las demás... ¡A la Feria de Anantapur!



“Si levantas la mirada, no verás barreras”

Proverbio japonés
MAGIA:
http://www.youtube.com/watch?v=EICGZq1w6Sg


-          Cris: tengo un súper plan preparado para el miércoles… ¡Seguro que te encanta!
-          A ver, ¡sorpréndeme!
-          Hay una feria en Anantapur… vamos con las monjas y las niñas de MR (Mentally Retarded) a pasar la tarde. ¿Te apuntas?

Efectivamente, el plan me emocionó. Tenía ganas de ver cómo reaccionaban, qué hacían, qué les atraía más y qué no tenía importancia ni interés alguno, si es que había algo.
Además tenía ganas de ver cómo es una feria aquí… Con pocos recursos, ¿cómo montas un tinglado tal?



Nos esperaban en el bus, felices, contentas, salían de excursión a pasarlo en grande. Les hizo mucha ilusión que fuéramos con ellas. Y a las monjas también…

Sherly Sister es la directora del Campus (de Bukaraya Samudram dónde vivo). Es una mujer encantadora, abierta, luchadora, creyente y sabia. Había sido su cumple y nos había guardado un trocito de pastel rico.



Precioso…

Al llegar pasamos por taquilla. 10 Rp por persona (17 céntimos). Por ser de RDT, un descuento del 50%. ¡Algo es algo!




Al entrar encontramos chiringuitos de ropa, complementos, cocina… Se podían hacer unas compritas chulas.




Pero queríamos atracciones, divertirnos, así que seguimos caminando.

Primer juego: ¡¡un pin ball manual!! ¡Ojo a la maña con la que estaba montado! Una tabla de cartón, con clavos y números dibujados. Una palanquita de metal y la bola debe quedar dentro de algún conjunto de clavos en forma de semicírculo.
Angelie, del taller de papel reciclado, jugó… ¡Qué alegría al conseguir enganchar la bola! ¡Olé campeona!
El resto, expectantes y contentas por el acierto.






Seguimos caminando… entre foto y foto, intenté comunicarme con Recca (ya la conocéis) La verdad, no sentía mucho feedback ni empatía por su parte… Pero decidí no frustrarme.


Y es que no hablamos el mismo idioma, a parte de tener diferencias en cuanto a capacidades intelectuales. ¡Qué puedo esperar! Debo conformarme con observarla y confiar que un día le llegará algo de lo que pretendo trasmitirle: cariño.









De repente nos paramos… habíamos dado con la primera atracción sensación: ¡¡¡¡¡¡¡un súper treeeeeeen!!!!!!! Me recordó al tren de la feria del Ram en Palma, el tren del demonio. A mi hermano y a mi nos encantaba subir… Reviví aquel momento de estar expectante por cuándo vendría el chaval a darnos un suave toquecito con aquella escobilla. ¡Qué risa! ¡Qué reto esquivarlo!







Pues bien, las niñas se subieron y el tren empezó su viaje…
Yo, pasmada, apoyando mis antebrazos en las barreras que cercan, observando atentamente al grupo.

Otra vez me estremezco, y debo aguantar y forzar mis ojos para que las lágrimas de emoción no resbalen por mis mejillas…
Recca no para de saludarme con su tierna mano. Con una velocidad de vértigo y clavando su mirada en la mía… Quiere decirme que está disfrutando mucho, que no me vaya, que me agradece que esté allí esperando a que termine su paseo…

¡Vaya! Recca ha percibido todas y cada una de las cosas que he querido decirle desde que hemos llegado. Se acordaba de mí. Ella me ha escuchado más y entendido más que muchos de mis semejantes, aún estar teniendo una conversación aparentemente fluida y común.

Otra atracción: cochecitos volantes.



Me subo con mi amiga y nos reímos a carcajadas.

¡Flying jeep! ¡Flying jeep!

- ¿Bagundi Recca?
- ¡¡¡Chala bagundi!!!





Volamos, volamos y volamos… agarradas una a la otra, volé durante los minutos que duró la vuelta. Volé a mi infancia, volé a recuerdos de sensaciones acumuladas… Gritamos juntas expresando en forma de onomatopeyas inventadas la sensación de libertad a pesar de estar encerradas en un cochecito de los muchos conectados al pilón eléctrico central.

Esto es MAGIA.



Al terminar, nos paramos en un chiringuito de comida de feria y disfrutaron de una súper merienda en grata compañía. ¡Qué risas haciéndonos fotos divertidas!











Luego con Miriam nos escapamos a comprarles unos regalos a las 5 huérfanas. Unos vestiditos preciosos (Punjabis), pulseras a conjunto (Bangles), pegatinas para el entrecejo (Bindis) y algunos otros complementos. Con algo menos de 20 euros por cabeza conseguiremos alegrar todavía más a estas chiquitas, además de disfrutar viéndolas preciosas.



A la vuelta estábamos agotadas… Pero sin duda, felices.



Una excursión que repetiría tantas veces cómo hiciera falta. ¡Y recomendaría!

Si para ellas puedo imaginar que fue una tarde genial, para mi una inolvidable.

Cris

N.B. No hace falta venir a India para experimentar algunas de las situaciones que relato... Animo a todos a buscar fuentes de emoción y conocimiento...